El 9 de junio de 1956 a pocos meses del golpe gorila contra el gobierno peronista, el Peronismo intentó, por primera vez, traer a Perón y recuperar el poder para el Pueblo. Esta insurrección, cívica y militar, fue reprimida de una manera sangrienta. Al poco tiempo de que Lonardi dijera “Ni vencedores ni vencidos” en una de las frases mas falsas de la historia, las cárceles Argentinas se llenaron de presos políticos y gremiales; 30.000 detenidos por causas políticas, 200.000 delegados de fábricas inhabilitados, el decreto 4161 vigente (prohibiendo hacer cualquier mención sobre el Peronismo), y la proscripción política de la fuerza mayoritaria del país, el Peronismo. Un sector del ejército liderado por el Gral. Valle aparece en escena; pero es infiltrado por los servicios de inteligencia que lo dejan avanzar, para poder dar un “castigo ejemplar” y así terminar de una vez por todas con las aspiraciones peronistas de retornar al poder. Sin la vigencia de la pena de muerte, ni juici